Una torta dietética dura de digerir
Tiempo de lectura: 85 seg. El 24 de agosto es 24. La gente ya quisiera que fuese Nochebuena. Lo veo así, y puede que la fiesta de la Nostalgia me interese poco por judía. Pero aguarda en tu casa a que la fiesta pase pronto; verás a parte de tu alma en duelo.
Dejé mi trabajo sin terminar y me fui a una pastelería de tortas dietéticas. Me compré una con la esperanza de comérmela con un café a las dos de la mañana, cuando repitieran el fin de temporada de Greys Anatomy. La cocinera tenía un brushing con remolinos en las puntas y las uñas pintadas a la francesa
- Y, ¿salís hoy?
- No.
- Ajaaaaaaja, bueno, a mí hoy no me para nadie. O consigo o consigo.
- Sí, sí, ya veo que te fuiste a la peluquería y todo.
- ¡Y hasta me depilé!
Encerré mis ojos en la torta dietética. Me escandalizó moral y sanitariamente asumir los revolcones anónimos de mi cocinera.
Ya en casa comí y tomé té. A las once recibí un SMS: “Ah ah ah staying alive staying alive”. Al que contesté: Casa. Greys Anatomy. Minutos después el autor del SMS llamó por teléfono. Un compañero de clase con un mega plan: a la Ronda, a la fiesta que una modelo organizaba en su casa y de ahí al Central. Hablamos demasiado de una chica que se cree muy rockanrollera. Ni la moral ni la sanitaria de la cocinera me detuvo: me comí mi torta dietética antes, y sin café.