Elefantes inmensos
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El nuevo discurso, de los libros para empresarios, aconseja motivar al empleado. Es muy barato decirle un par de elogios. Y es carísimo enojarlo y convertirlo en mercenario. En esa motivación no hay un deseo de amigarse con Dios, o de hacer feliz al empleado mortal; la felicidad es una manera económica de levantar la productividad.
Así, mientras que algunos magnates memorizan los nombres de los barrenderos y les palmean la espalda, otros apenas saben el apellido del socio mayoritario. Sólo cuando confías en pocas personas, te salvas de la decepción.
Y yo no sé cuál de los dos es el cínico. El jefe mercenario cree que es más inteligente cuando le grita a los empleados. Pero ya los libros para empresarios cuentan que peca de ingenuo: El elefante solo le teme a la hormiga durante el rato que está presente.