Removido de raíz
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Cuando entiendes la verdad despacio, en proceso, duele menos. La muerte lo demuestra. Y la espera de un mail que nunca llegará. De a poco la verdad cae en tus hombros: no responderá nunca; sufres, así, una lenta agonía de chequeo. De a poco prefieres no chequear la puta casilla de correo. Parte de ti aún cree que llegará. Pero la otra parte de ti, la que deberías obedecer, te grita que no revises más correo, que ya no albergues esa esperanza en tu alma. Que cuides tu alma.
Duele menos saberlo despacio. Duele menos el preciso segundo, como en el pausado despegue de una banda de cera depilatoria. Con los pelos removidos desde su raíz, pero en pausas.