El ocio disimulado
Cuando alguno se inscribe en un cursillo nuevo habrá otro que le diga:
-Yo no tengo tiempo para cursillos (yo no soy tan ocioso como tú).
El inscripto, ingenuamente, muestra disponibilidad, no necesita demostrar qué importante es; no simula disponibilidad nula. Ante la aparición de una gran actividad apretará su itinerario.
El otro, esquiva reconocer la meritoria productividad del inscripto, compadeciéndose a sí mismo, ante la humanidad, por la ajetreada vida que le tocó. La sabiduría del otro radica en que, acorde a los preceptos de oferta-demanda, lo más codiciado no está permanentemente disponible.